jueves, 7 de octubre de 2010

Y anhelo y busco: Cecilia. III

Era 15 de septiembre, bochorno y llovizna, un ambulancia se estrelló contra una farola, y unas calles detrás, en la tasca estaban cabreados porque una huelga había suspendido la temporada de las Grandes Ligas de Béisbol. Ramón Ramírez, segoviano, que había comprado la liga por canal plus, se cagó en todo sus muertos.

Enfrente estaba el edificio de la tía Jose, y en el soportal, una tienda de comida preparada.

-Yo no cocino. Nunca. Sólo los fines de semana. Si no quieres cocinar, abajo hay una tienda de comida preparada. No pidas patatas ali oli, que a la Paca se le corta.

En la cola, Cecilia esperó detrás de una madre que llevaba a un niño del brazo. Era un chándal azul marino y verde con una ensignia de las Escuelas Pias. El niño llevaba una mochila de Oliver y Benji. Pataleaba. La mujer llevaba un moño deshecho y pidió un pollo asado y ensalada de cangrejo.

Esperó sobre un banco de madera. Habia veitnidos bandejas de aluminio con comida rebierta de plástico de cocina. Pidió un escalope y un cuarto de champiñones al ajillo.

Arriba, el comedor estaba oscuro y algo frío. Los chicos de Ramón Ramírez chillaban en la calle. Las madera de las puertas crujía, olía a colonia Nenuco. La tía Jose quería que comprara acelgas. Y se sintió sola.

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