jueves, 28 de julio de 2011

Querer, desear o anhelar.

Muchas veces me pregunto por qué queremos, deseamos o anhelamos ser lo que seremos o no seremos. Hay una gran diferencia entre los tres términos que radica en una peligrosa pero seductora combinación entre la satisfacción del presente y la esperanza del futuro. Algunos quieren terminar los estudios, quieren ir a la universidad, quieren encontrar un buen empleo y quieren formar una familia. Es un querer tan extendido y común que lo tienen casi todas las personas que se preocupan de disfrutar el día, de pasarlo bien y de tener cosas que contar, y el mañana llegará cuando tenga que llegar. Son, al final, las más felices. Después, están los que desean ser empresarios, abogados, periodistas, pediatras, ingenieros o cosas similares, que se preocupan de que en su día a día, entretejido con las obligaciones y las diversiones, un amplio espacio esté reservado para una preparación minuciosa, sopesada y pensada que les asegure una vida deseable dentro de no mucho. Son, al final, los más acertados y estables. Y luego están los que anhelan, los que un día tienen una epifanía y caminan y observan y buscan pruebas de que es cierta, y cuando la encuentran, cada una de sus respiraciones y cada uno de sus pasos son por y para ese fin. Eine gerade Line. Y como nada es, aún, lo suficientemente estimulante, se preparan y se preparan y deambulan y aprenden y sueñan, en esos minutos eternos antes de dormirte, con las cosas grandiosas que harán. Son, al final, como todos los que desean cosas que el alcance no ve, los más desgraciados y eternos.