viernes, 30 de julio de 2010

Dirty Kid III

Recorrimos un par de kilómetros sin hablar. Sólo se oía el jadeo de Luca y el relamido de sus propias babas. De verdad que daba muchísimo asco.
-Bueno…-empezó yo-. ¿Vas a contarme algún día a dónde vamos?
-¡Cierto! Se me había olvidado.- cuadró los hombros y carraspeó. Me recordó a mi padre cuando se preparaba para responder a alguna de las preguntas de Kate-. A ver, cómo te lo explico… La Rainbow Family -se mordió el labio-. No tenemos líderes ni jerarquías ni nada de eso. No es que seamos un grupo definido. Va quién quiere. Tan sólo sabemos que existe y nos juntamos. Ésta es la segunda vez que voy. El año pasado fue en Nuevo México. Nos juntamos durante unos días, nos despreocupamos y nos divertimos. Vivimos en sintonía con la Naturaleza.
-¿Y quién va a esas reuniones, o lo que sean?
-Algunos nos llaman los Dirty Kids –recuerdo que el nombre me pareció desde el primer momento muy apropiado-. Somos diferentes, ¿sabes?, buscamos cosas diferentes. Acudimos a esta reunión para encontrar a gente que sea como nosotros.
-¿Y por qué Dirty Kids?
Se encogió de hombros y se echó a reír.
-No sé. No nos preocupamos por la superficie ni por la ropa. Lo más divertido qué hacemos es cuando nos bañamos en el barro y corremos desnudos por la lluvia. Es purificante.
Correr desnudos por la lluvia. Yo aún era lo suficientemente jóven y activo como para que eso despertara mi interés.
-¿Sois hippies o algo así?- pregunté.
Y se echó a reír.
-Otro –dijo-. No, no somos hippies. Que yo sepa se embolaron en los 60. Pero bueno, sí, para que tú lo entiendas, nos damos un aire…
Estuvimos un rato callados. El olor a pino viejo y fresco seguía depurando el coche. Luca se enrolló en una manta y se dispuso a dormir. Al otro lado del cristal, aún colina arriba, empezaba a hacerse de noche.
-¿Cuántos años tienes?- le pregunté.
-Dieciocho…
-¿Y tus padres te dejan venir aquí?
No respondió, y yo por aquel entonces también era lo suficientemente listo como para saber identificar aquellos silencios que pedían a gritos dejarlo pasar. Y lo dejé pasar. Por el momento.

martes, 27 de julio de 2010

Dirty Kid II

Y como realmente no lo tenía, como estaba prácticamente seguro de que Sophie no me abriría la puerta y, además, recuerdo que no me apetecía volver a aquel autocar que olía a rancio y a sudor, pues le dije que sí, venga, que la acompañaba.
Salimos del bar y nos metimos en una ranchera gris –o blanca, a saber-. Dentro olía como las tiendas de animales. Torcí el morro, y ella lo notó.
-Perdona, es el olor del serrín. Es por Luca. Di hola Luca.
Giré la cabeza y me encontré de frente con la mirada triste y acuosa de un San Bernardo gigantesco y babeante. Su lengua, Dios que asco, recuerdo que me dio muchísimo asco, me babeó todo el lado izquierdo de la cara.
-¡Joder!
Ophelia se echó a reír.
-No te enfades Paul del norte, eso es que le gustas.
Metió las llaves en el contacto y arrancó aquella tartana mientras yo me limpiaba la cara
de las babas de su asqueroso chucho. No me gustan los perros, nunca me han gustado ni creo que me vayan a gustar, y menos tan grandes y babosos, de los que tienen esa piel negra y brillante que se les desparramaba por ambos lados de la boca. La boca de Luca daba muchísimo asco. No se parecía nada a la de Ophelia.
Enfiló colina arriba y pasó de largo el desvió número 42 por el que mi autocar habría torcido. Total, recuerdo que pensé, es cierto que tampoco tenía nada mejor que hacer.
Los bosques que circundan Spokane eran muy frondosos, de esos altos y oscuros que no dejan que llegue la luz al suelo. Bajé la ventana para oler el bosque y el aroma de los pinos casi camufló el tufo a perro enorme y baboso.
-Y dime Paul- empezó a hablar Ophelia-. ¿A qué te dedicas? Tienes pinta de dedicarte a algo.
-Voy a la Universidad.
Soltó un silbido. Luego se rió.
-Te pega. Paul de Texas, universitario.
-Ya te he dicho que soy de Ohio.
-Y dime Paul de Ohio, ¿qué estudias?
Me encogí de hombros y giré la cabeza hacia el bosque.
-Aún no sé bien. Estoy en primero. Supongo que me licenciaré en Derecho.
-Vaya coñazo. Los abogados son todos un asco. Van a ir todos al infierno.
Luca ladró como si estuviese de acuerdo.
-¿Crees en el infierno?-sonreí con interés. Tenía muchísimas ganas de pillarla-. No te pega.
Tardó en contestar, pero pronto descubrí que no era una persona fácil de dejar callada.
-Creo en una recompensa o en un castigo después de esta vida. No sé si se llamarán Cielo o Infierno o de otra manera, pero si creo que algo así hay.
-¿Y tú? ¿Tú dónde vas a ir?
-Supongo que al limbo, con los paganos clásicos. A mis padres se les olvidó bautizarme.
-Aún puedes hacerlo.
Se encogió de hombros. Luego se giró a mirarme y sonrió con lo que me pareció un amago de picardía.
-Tú seguro que estás bautizado, a que sí Paul.
Tuve ganas de sacarle la lengua, pero me contuve.
-Mira a la carretera, por favor.
Y sorprendentemente obedeció.

lunes, 26 de julio de 2010

Dirty Kid

Una vez conocí a una dirty kid. Era junio, el junio más asfixiante que yo había visto en mi vida, e iba camino de alguna parte. Quería acercarme a la ciudad, creo, supongo que a ver a Sophie, aunque nunca llegué a ir. El autocar paró en un bar de carretera, a repostar y a evacuar, y yo pedí una coca-cola en la barra. Recuerdo que el taburete estaba cojo y que la coca cola sabía amarga. “¿Es Light?” le pregunté al camarero. Era gordo y con bigote. “Aquí no servimos esas mariconadas”. Oí una risa muy cerca de mí, y entonces fue cuando la vi. Se llamaba Ophelia, me diría después, y tenía 18 años, me diría también después. En un primer momento lo único que vi fue una sonrisa muy, muy grade y una piel morena con ronchones que no me atreví a aventurar si serían resultado de alguna enfermedad cutánea o de la falta de limpieza.
-Tiene razón –dijo-. La coca cola Light es un asco. La coca cola lo es. Todo lo prefabricado que lleve azúcar es un asco, ¿no crees?
No supe qué decirle. A mí me gustaba la coca-cola y también la Fanta. También los batidos y la mantequilla de cacahuete y todo lo que llevase en el envase el nombre de alguna marca famosa y muchas E nosecuantos entre sus componentes.
-También me gustan los zumos- le dije. Casi acerté.
-¿Pero naturales o de botella?- me dijo muy seria, sin sonrisa.
-Naturales, naturales claro.
Sonrió. Tenía una sonrisa demasiado blanca que no cuadraba con el resto de su presencia. Cada vez estaba más seguro de que no tenía ninguna enfermedad cutánea, y su ropa desilachada y arrugada había salido, con toda seguridad, de un contenedor o en su mejor caso de un mercadillo ambulante. Se rascó la cabeza y recuerdo que me dio un poco de asco; tenía el pelo moreno, no sabría decir si liso o rizado, una textura demasiado extraña y de aspecto áspero que ocultaba bajo cuentas de colores y un pañuelo morado.
-Me llamo Ophelia- se presentó, sin darme la mano ni nada-. ¿Y tú?
-Yo Paul.
-Que típico –se rió-. Seguro que eres del Sur.
-En realidad soy de Ohio.
-Pues tienes cara de pertenecer a las juventudes republicanas de Texas, que lo sepas- se llevó un vaso a la boca. Contenía un líquido amarillento que supuse le habrían vendido como zumo de naranja-. ¿Y qué haces tan lejos de casa Paul?
-Iba a Pórtland, a visitar a… alguien. ¿Y tú?
-Voy a la reunión anual. Este año se celebra en Seattle.
-¿Qué reunión?- le pregunté.
Y aquella fue la primera vez que oí hablar de la Rainbow Family y sus dirty kids.
-Puedo contártelo por el camino. Tengo que salir ya o llegaré tarde. No es que nos importe la puntualidad ni nada, pero quiero coger un buen sitio. ¿Quieres venir?
Se levantó del taburete y cogió una mochila de tela del suelo.
-¿Vienes?- me repitió.
-¿Pero a dónde?
-A la reunión de la Rainbow Family. ¿A dónde coño te crees que voy?
-¿Y qué es eso?
Abrió mucho los ojos. Los tenías rasgados y de color castaño. Recuerdo que me parecieron bonitos.
-Ves como tenías cara de republicano de Texas- me echó en cara.
Me ofendí. No tengo nada en contra de Texas, de hecho me encantan sus costillas, y tampoco me importa demasiado la política, pero me onfendí, supongo que porque ella lo consideraba como un insulto.
-Vente- me repitió-. Te lo contaré por el camino. ¿Acaso tienes algo mejor que hacer?